«Yo soy la luz del mundo, quien me siga no caminará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida» (Jn 8, 12)
«Votiva» proviene del latín «votum», que significa promesa, dedicación o simplemente oración.
La lámpara votiva es un recipiente de vidrio con una mecha en su interior que dura más tiempo que las velas comunes. Se coloca aceite o parafina en su interior que funciona como combustible a la mecha que contiene.
El simbolismo nos recuerda que la oración es un «entrar en» la luz de Cristo, permitiendo que nuestras almas se llenen de Su luz y dejando que esa luz arda en nuestras almas aunque podamos regresar a otras actividades.
En la Iglesia ortodoxa se suelen colocar delante de los iconos como recordatorio de que Jesucristo es la luz del mundo e ilumina nuestras almas.
La oración está en nuestro interior. Las velas o lámparas votivas son una manera en que podemos expresar de manera física y tangible nuestra oración interior.