La Santa Faz
Medalla de la Virgen del Buen Amparo
Medalla de la Virgen del Buen Amparo
La medalla de la Virgen del Buen Amparo está hecha a partir de las revelaciones recibidas por Marie-Julie Jahenny durante varios éxtasis y recuerda la devoción especial que dedicó a la veneración de la Cruz y a la Santísima Virgen que tantas veces imploró a los pies de la antigua estatua de Notre Dame de la Bonne Garde. Con el tiempo, la medalla ha llegado a ser conocida como la medalla de Nuestra Señora del Buen Amparo. Al frente dice: «Nuestra Señora del Buen Amparo, protégenos» y al reverso dice: «Oh tú Santa Virgen, que pisaste la cabeza de la serpiente, protege nuestra fe y la inocencia de nuestros pequeñitos».
Está realizada en acero inoxidable y tiene 2 cm de diámetro.
Sacramental dado por el cielo a la estigmatizada María Julia Jahenny (1850-1941) para los últimos tiempos. Aprobado por la Iglesia.
María Julia Jahenny (1850-1941) fue una francesa estigmatizada que durante sus últimos cinco años de vida se alimentó sólo con la Eucaristía. Fue un alma víctima que podía reconocer las reliquias verdaderas de las que no eran, qué hostias estaban consagradas y cuáles no, y entender idiomas que no conocía. Tuvo el don de profecía con visiones sobre los últimos tiempos y la venida del anticristo. Esta mística reconocida y aprobada por la Santa Iglesia recibió revelaciones sobre los últimos tiempos y se le dieron sacramentales importantes de protección así como remedios curativos, entre ellos esta medalla.
Éxtasis del 16 de agosto de 1880
«Doy esta medalla del amparo para que los padres se las pongan a sus hijos, pequeños y mayores. Esta medalla servirá para proteger la inocencia durante un tiempo muy difícil, mientras se derramará la peste de la corrupción por todas partes. Cada cristiano podría proveerse de esta medalla que le servirá de defensa y de arma de la Fe la cual vencería la boca culpable y pérfida del mal».
Al ponerse esta medalla decir: «Oh! Tú Santa Virgen, quien pisaste la cabeza de la serpiente, protege nuestra fe y la inocencia de nuestros pequeñitos».